Prevenir: ¿Y si Cuidar tu Salud no Fuera una Urgencia, Sino una Costumbre?
- Maru Camarena
- 1 abr
- 4 Min. de lectura
"Nos acordamos de que tenemos cuerpo… justo cuando empieza a quejarse."
Suena familiar, ¿no? Vamos corriendo de un lado a otro, cumpliendo con todo y con todos, hasta que un día el cuerpo dice basta. Y ahí sí, corremos al médico, buscamos soluciones rápidas, y nos prometemos —otra vez— que “ahora sí” vamos a cuidarnos.
Pero, ¿y si ese cuidado no fuera una reacción, sino una forma de vivir?
Este blog es una invitación a eso: a dejar de apagar fuegos y empezar a construir salud todos los días. Desde lo cotidiano, desde lo posible, desde lo humano.

Prevenir no es lo mismo que corregir
(Y esta diferencia lo cambia todo)

Muchas veces decimos: “Estoy bien, solo cansada”, “me falta energía pero seguro es el trabajo”, “últimamente ando irritable, será el estrés”… hasta que esos síntomas se vuelven crónicos y sentimos que algo ya no está funcionando.
Pero ¿y si actuamos antes de llegar a ese punto? Eso es prevenir. Y prevenir no es vivir con miedo. Es vivir con atención.

La Salud Femenina no Cabe en una Sola Especialidad
La salud de una mujer no se reduce a los chequeo una vez al año y tampoco cabe en una sola especialidad. Tampoco a la dieta, al ejercicio o a las hormonas. Es mucho más que eso. Somos complejas, y eso es maravilloso. Pero también implica mirar nuestra salud como un sistema completo, donde todo está conectado.
Nuestra salud implica la parte personal, ese espacio contigo misma donde puedes reconectar, sentir y escucharte. Es el más olvidado… y el más necesario. Nuestra salud también es emocional, el estrés sostenido, la ansiedad y los duelos tienen efectos reales en el cuerpo. Tambien es digestiva, lo que comes, cómo lo comes y cómo lo procesas tiene un impacto directo en tu estado y en tu sistema inmunológico. Tu salud es financiera, el estrés sobre el dinero puede afectar tu relación contigo, en pareja o tu autoestima.
Tu salud es un mundo interconectado, es un todo que se debe cuidar todos los días.

¿Cómo está tu salud hoy?
Tómate un momento para ti. Respira hondo. Y responde estas preguntas (en voz alta, en una libreta o solo en tu mente, como prefieras):
¿Cuánto tiempo real dedico a descansar?
¿Me siento en paz con mi cuerpo?
¿Cómo están mis emociones últimamente?
¿Hace cuánto no me hago un chequeo preventivo?
¿Siento que tengo tiempo para mí… o solo para lo urgente?
Este ejercicio no es para juzgarte. Es para hacer una pausa y ver en dónde estás parada. Y a partir de ahí, dar el siguiente paso.
Cuidarte todos los días se ve así:

Corregir es ir al médico por insomnio crónico.
Prevenir es apagar el celular una hora antes de dormir.
Corregir es ir al fisioterapeuta por una contractura.
Prevenir es moverte todos los días, hacer un deporte que te guste.
Corregir es tomar pastillas para la gastritis por estrés laboral.
Prevenir es hacer pausas durante tu jornada, comer sin prisa y darte permiso de desconectarte (aunque sea 10 minutos).
Corregir es tomar analgésicos porque te duele la espalda todos los días.
Prevenir es revisar cómo estás sentada en el trabajo y moverte cada hora.
Corregir es tapar hoyos financieros con la tarjeta de crédito.
Prevenir es incluir la salud (prevención, ahorro, seguros) en tu planeación financiera personal o familiar.
¿Por dónde empiezo?
No necesitas cambiar toda tu vida de golpe. Empieza con lo posible, lo que sí está en tus manos. Tu salud es una red: cuando cuidas una parte, las demás también lo sienten.

1. Escúchate sin culpas
A veces el cuerpo manifiesta lo que la mente ignora. Si estás cansada, irritable o desconectada, no lo minimices. Esa es información valiosa, no debilidad.
2. Cuida tu descanso como cuidas a los demás
Dormir bien no es un lujo, es una necesidad biológica. El insomnio sostenido afecta tu calidad de vida. Haz del sueño un compromiso contigo.
3. Haz una pausa financiera
¿Tu dinero te da paz o te genera ansiedad? Dedica una hora al mes para revisar tus gastos, pensar en tus prioridades y tomar decisiones con calma. Lo que no se ve, también pesa.
4. Revisa cómo estás trabajando
¿Tu trabajo te impulsa o te desgasta? No siempre podemos cambiarlo todo, pero sí podemos identificar qué te roba más energía y empezar a poner límites (aunque sea con una pausa consciente al día).
5. Busca vínculos que te nutran
La salud relacional también cuenta. ¿Con quién puedes hablar sin sentirte juzgada? ¿Con quién puedes ser tú, sin esfuerzo? Rodéate de personas que te ayuden a cuidar tu energía, no solo a drenarla.
6. Ejercita tu cuerpo
Haz al menos un gesto corporal consciente al día: estirarte, caminar 10 minutos, bailar tu canción favorita, tomar agua con calma. El movimiento es vida, incluso en pequeñas dosis.
7. Revísate antes de sentirte mal
La prevención no es exageración: es cuidado. Una valoración a tiempo puede darte tranquilidad y dirección. No esperes a que algo falle para voltearte a ver.
¿Te das cuenta? Prevenir no es complicado. Lo complicado es vivir ignorándonos.
Y no tienes que hacerlo sola. Pequeños actos diarios, sostenidos en el tiempo, construyen una salud real. No perfecta… sino consciente. Humana. Y posible.
Cuidarte no es tu último recurso
A veces cuesta admitirlo, pero muchas hemos aprendido a funcionar en modo “emergencia”: resolver rápido, apagar fuegos, seguir como si nada. Pero el cuerpo recuerda. Y cuando ya no puede más, habla… y a veces con gritos.
No se trata de vivir con miedo, ni de hacer todo perfecto. Se trata de regresar a ti. De reconocerte como prioridad sin tener que justificarlo. De dejar de posponer lo importante por lo urgente. Cuidar de ti todos los días, también es una forma de resistencia. También es una forma de amor.
Este puede ser el comienzo.
Pequeño. Real. Tuyo.
Y eso basta.
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